Cuando hoy pronunciamos la palabra yoga, es probable que surjan imágenes muy diversas. Para algunos, el yoga es una práctica corporal; para otros, una técnica de relajación; para otros, una vía espiritual o una filosofía de vida. Esta pluralidad de significados no es un error ni una confusión reciente: es el resultado de una tradición extensa, compleja y profundamente viva.
La pregunta que nos convoca —¿qué es el yoga?— parece sencilla, pero en realidad nos obliga a detenernos. Porque el yoga no es un objeto que pueda definirse de una sola vez, ni una técnica que se agote en una forma. Es una tradición de conocimiento que atraviesa más de tres mil años de historia y que, sin embargo, sigue interpelando nuestra experiencia contemporánea.
Hablar de yoga es hablar de una búsqueda humana fundamental: la búsqueda de sentido, de integración y de claridad en medio de la experiencia.
El significado de la palabra yogaDesde un punto de vista etimológico, la palabra yoga proviene del sánscrito yuj, una raíz verbal que significa unir, vincular, integrar, y también dirigir o concentrar. También puede traducirse como práctica, disciplina o método. Esta variedad de acepciones es reveladora: el yoga no es solo unión, sino también disciplina consciente.
Desde sus orígenes, el yoga se presenta como un proceso de integración de aquello que en nuestra experiencia cotidiana aparece fragmentado: cuerpo y mente, pensamiento y acción, conocimiento y vida. No se trata de añadir algo nuevo, sino de reconocer una unidad que ya está presente, pero que suele pasar inadvertida.
Este punto es clave para evitar una comprensión reduccionista del yoga. En su núcleo, el yoga no es una gimnasia ni una técnica de bienestar, sino una disciplina de la conciencia.
Los orígenes antiguos: el mundo védico
Para comprender el surgimiento del yoga, debemos situarnos en el contexto de la antigua India. Allí encontramos los Vedas, una colección de himnos y reflexiones que constituyen uno de los cuerpos textuales más antiguos de la humanidad.
En los Vedas, el yoga aún no aparece como un sistema formal, pero sí como una actitud fundamental: atención, disciplina interior y relación consciente con el orden del mundo. El ritual védico no era solo una acción externa, sino una forma de participación en un orden cósmico más amplio.
Con el tiempo, esta mirada ritual comienza a interiorizarse. La pregunta ya no es solo cómo actuar correctamente en el mundo, sino cómo comprender la naturaleza de la experiencia misma.
Las Upaniṣads: el giro hacia el interiorEste giro se expresa con claridad en las Upaniṣads, textos que marcan un momento decisivo en la historia del pensamiento indio. Aquí, el yoga comienza a definirse como un camino de conocimiento interior.
Las Upaniṣads plantean una pregunta radical: ¿quién soy realmente? Y proponen que la respuesta no se encuentra en los objetos del mundo, sino en la experiencia directa de la conciencia. El yoga aparece entonces como una práctica de recogimiento, silencio y observación profunda.
Una idea central de estos textos es que el conocimiento auténtico no es acumulación de información, sino transformación de la mirada. Como afirma una Upaniṣad:
«No se conoce lo real por medio del pensamiento discursivo, sino cuando el pensamiento se aquieta».
Esta afirmación anticipa uno de los núcleos del yoga posterior.
Diversidad de caminos: acción, conocimiento y devociónA medida que la tradición se desarrolla, el yoga se diversifica en distintos caminos, adaptándose a diferentes formas de vida. Surgen así el yoga de la acción (karma), el yoga del conocimiento (jñana) y el yoga de la devoción (bhakti).
El yoga de la acción propone actuar en el mundo sin apego a los resultados, transformando la vida cotidiana en un espacio de práctica consciente. El yoga del conocimiento enfatiza la discriminación y la comprensión profunda de la realidad. El yoga de la devoción canaliza la dimensión emocional hacia una relación consciente con lo absoluto.
Estos caminos no son excluyentes. Como señala la Bhagavad Gītā, uno de los textos más influyentes de la tradición:
«Por distintos senderos, los seres humanos se acercan a lo mismo».
Esta pluralidad es una de las grandes fortalezas del yoga.
El yoga clásico: Patañjali y los Yoga SutrasUno de los momentos más influyentes en la historia del yoga es la sistematización realizada por Patañjali en los Yoga Sutras. Allí encontramos una de las definiciones más citadas y, al mismo tiempo, más sobrias del yoga:
«yoga es el aquietamiento de las fluctuaciones de la mente (yogaś citta-vṛtti-nirodhaḥ)»
Esta definición es notable por lo que no promete. No habla de experiencias extraordinarias ni de estados místicos espectaculares. Habla de claridad, de silencio, de una mente que deja de agitarse.
Patañjali describe un camino de ocho pasos que incluye ética, disciplina personal, postura, respiración, concentración y meditación. El cuerpo aparece como parte del proceso, pero no como su finalidad última. El objetivo es una transformación de la percepción.
El cuerpo como vía: el haṭha yogaCon el paso de los siglos, el yoga continúa transformándose. En la India medieval surge el haṭha yoga, una corriente que pone mayor énfasis en el cuerpo, la respiración y la energía vital.
Este desarrollo no contradice al yoga clásico, sino que lo complementa. El cuerpo deja de ser visto como un obstáculo y pasa a ser un instrumento de transformación. Muchas de las prácticas físicas que hoy asociamos con el yoga provienen de este período.
Sin embargo, incluso aquí, el objetivo sigue siendo el mismo: la claridad de la conciencia. El cuerpo es un medio, no un fin.
El yoga en el mundo contemporáneoEn los siglos XIX y XX, el yoga comienza a difundirse fuera de la India. En este proceso, se adapta a nuevos contextos culturales, científicos y sociales. A veces se presenta como filosofía, otras como terapia, otras como práctica física.
Este proceso de globalización ha generado simplificaciones, pero también ha permitido que millones de personas entren en contacto con una tradición profunda. El desafío contemporáneo es no perder de vista el sentido original del yoga en medio de su popularización.
El yoga como tradición vivaEl yoga no es un objeto del pasado ni un conjunto fijo de técnicas. Es una tradición viva, que se renueva cada vez que alguien se pregunta cómo vivir con mayor conciencia.
Más allá de estilos y escuelas, el yoga propone una experiencia fundamental: detenerse, observar, integrar. Nos recuerda que el conocimiento no es solo intelectual, sino existencial.
En resumenHablar de yoga es, en última instancia, hablar de la posibilidad de una vida más lúcida. Una vida en la que pensamiento, acción y experiencia no estén separados. Una vida en la que el conocimiento no sea algo externo, sino una forma de habitar el mundo.
Quizás esa sea la vigencia más profunda del yoga: recordarnos que la pregunta por quiénes somos sigue abierta, y que el camino hacia esa respuesta comienza siempre aquí y ahora.
- Texto: autor Maximiliano A. Pellotta. - Imagen: las diversas prácticas (sadhanas) del yoga. Arte de Maniam Selven.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.